Nelly Sigaut (editora), Pintura Virreinal en Michoacán. Volumen I, Zamora, El Colegio de Michoacán, Secretaría de Cultura del Michoacán, 2011, 403 p. |
Sin demeritar la importancia del patrimonio arquitectónico colonial michoacano, hago eco de la crítica que insiste (poco todavía, escasamente fuera del ámbito de un reducido grupo de investigadores) en que se ha puesto en él un interés desmesurado y que se refleja en acciones que van desde las políticas de investigación académica hasta las políticas de conservación patrimonial. Importan las piedras, no lo que hay dentro. Ciertamente lo arquitectónico lo merece, pero esto ha implicado relegar durante décadas otras manifestaciones de igual relevancia y que no habían sido estudiadas a profundidad. Y este estudio a profundidad implica procesos de conservación y difusión que tengan el mismo nivel y alcance que los de la arquitectura. Me refiero -y sigo aquí en esta reflexión a la editora del libro- a la pintura virreinal michoacana.
Esta inequidad histórica se comienza a borrar con la aparición del primero de cuatro volúmenes de Pintura Virreinal en Michoacán. Se trata de un catálogo de obra conservada en diversos repositorios michoacanos, como el Convento de San Agustín o el Templo de Las Rosas en esta primera entrega. Pero no es solamente un catálogo que indexa las tablas y lienzos existentes. Pintura Virreinal en Michoacán está concebido con una metodología que nos ofrece el recuento razonado de las pinturas con una descripción extensa, análisis iconográfico y la puesta en contexto de su producción. No se trata solamente de señalar la existencia de la obra con tales características temáticas y en tal lugar. Es analizar meticulosamente cada una de ellas para, después, poder adelantar una propuesta de comprensión de las obras en el universo pictórico virreinal no solamente del Gran Michoacán sino de la Nueva España y en el contexto de la pintura occidental en general.
De esta manera, Pintura Virreinal en Michoacán recoge el estudio de 69 cuadros, unos ya muy conocidos y otros que el público puede apreciar por primera vez en este trabajo. El conjunto fue organizado en cinco secciones según su temática: Santa María, Cristo, Santos -que incluye varias obras dedicadas a la vida de San Agustín-, Retratos -los de tres miembros de la orden agustina y el del obispo Matos Coronado-, y Alegorías, sección en la que encontramos el famosísimo cuadro del traslado de las monjas del Convento de Santa Catalina de Siena. La mayoría de las pinturas datan de los siglos XVII y XVIII, y buena parte de ellas fue confeccionada por artistas de la ciudad de México y de la ciudad de Puebla. Sin embargo, los estudios recogidos en Pintura Virreinal en Michoacán aportan novedosa información sobre los artistas locales de la propia ciudad de Valladolid, un grupo de pintores que comienza a perfilarse por primera vez en esta obra.
Por supuesto que un trabajo de esta magnitud no es posible sin el concurso de un grupo de investigadores unidos por un interés y perspectivas en común. Este núcleo está articulado en el Seminario Permanente de Estudios de Pintura en el Occidente de México, que coordina desde 2007 la historiadora del arte Nelly Sigaut, profesora e investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán. Particularmente en este primer volumen encontramos los textos de Guadalupe Anaya Ramírez, Patricia Barea Azcón, Hugo Armando Félix Rocha, Mónica Ortiz Zavala, Juan Manuel Pérez Morelos, Teresa Servín Guzmán, Gabriel Silva Mandujano, José Martín Torres Vega, Sofía Velarde Cruz y Magdalena Vences Vidal, además de los de la Dra. Sigaut quien también se encargó de la edición del catálogo.
Cabe destacar que el interés de Nelly Sigaut y su contacto con el patrimonio pictórico michoacano viene de lejos. A principios de la década de 1990 participó en el registro catalográfico organizado por la Dirección de Sitios y Monumentos de CONACULTA. En aquellos tiempos se logró hacer por lo menos un índice patrimonial, a la vez que se detectó el pobre -o inexistente en muchos casos- nivel de conservación de obras entre los siglos XVI y XX. Ese fue el caso, por ejemplo, del acervo pictórico del templo y convento de San Agustín en Morelia, y de otros repositorios que hicieron un total de 93 obras catalogadas. Al proceso de catalogación se acopló la actividad del proyecto Adopte una Obra. A.C., fundado en 1996, que ha permitido la restauración de buena parte del acervo. Esto motivó, precisamente, la creación del Seminario Permanente antes mencionado, que se dio a la tarea titánica de hacer un estudio de conjunto de este maravilloso patrimonio.
A la calidad de la investigación que respalda cada uno de los textos que acompañan a los cuadros, se suman las fotografías de Vicente Guijosa, Guillermo Wusterhaus, Elsa Escamilla y Juan Carlos Zamudio, todo ello integrado en un volumen de agradable diseño, formato adecuado y muy buena impresión.
Francisco Antonio, Tota Pulchra, 1630, Óleo sobre tela. Iglesia de Santiago Angahuan, Michoacán. Foto: ©Juan Carlos Zamudio Mendoza |
La primera de las pinturas a considerar es la que se encuentra en la Iglesia del Señor Santiago, en Angahuan. Desde todo punto de vista se trata de una obra excepcional que fue hallada en una dependencia de la casa cural, en el año 2006, por el cura a cargo, Prbo. Ignacio Gil Moreno. Se la entregó a otro sacerdote, Eugenio Belmontes, quien procedió a su restauración. Se trata de una obra firmada y fechada en 1630: por un pintor desconocido por el momento, Francisco Antonio, apellido formado por un nombre, hecho que sugiere una procedencia indígena...Si usted gusta enterarse del resto del contenido de este catálogo, puede adquirirlo en la Librería virtual del COLMICH siguiendo este enlace.
Ahora bien, si usted anda en Morelia el próximo viernes 20 de julio, asista a la presentación del libro que se llevará a cabo en el Museo de Arte Colonial, sito en Benito Juárez no. 240, Centro Histórico, a las 19:00 hrs.
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Notas.
(1) Vale citar para ello los trabajos de Óscar Mazín, El Gran Michoacán: cuatro informes del obispado de Michoacán. 1759-1769, preparación y estudio introductorio por Óscar Mazín, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1986; Entre dos majestades: el Obispo y la Iglesia del Gran Michoacán ante las reformas borbónicas, 1758-1772, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1987; El cabildo catedral de Valladolid de Michoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1996; y con David A. Brading (eds.), El Gran Michoacán en 1791: sociedad e ingreso eclesiástico en una diócesis novohispana, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2009
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